OBRA PLÁSTICA

La rehabilitación y transformación de un edificio de viviendas construido en el siglo XIX para adaptarlo a los usos sociales del siglo XXI produjo, como una especie de subproducto, un excedente de puertas de madera de pino cuya necesidad práctica había cesado. Se eliminaron pequeñas estancias interiores y alcobas para dejar espacios más amplios, dejando sus correspondientes puertas sin nada que cerrar.

Basta observar el contenido típico de cualquier contenedor de obra estacionado en la calzada para comprobar que estas situaciones, habituales en todo proyecto de rehabilitación, suelen resolverse condenando las puertas a convertirse en material de desecho.

Pero un edificio es más que una construcción material. Para sus habitantes, que cuidan sus estancias desde hace más de un siglo, el edificio constituye el paisaje de sus emociones. Desde 1880, varias generaciones han pegado sus recuerdos a sus paredes y también a estas puertas.

Surgió entonces la oportunidad de reutilizar este material ‘obsoleto’ como vehículo para preservar la memoria del edificio. Las puertas que antaño acompañaban discretamente el día a día de los antiguos habitantes ahora se posan en las paredes del edificio renovado, reivindicando sus derechos como miembros fundadores de la construcción original. Porta Aperta es una obra plástica que celebra la memoria del pasado y da la bienvenida a los nuevos habitantes del edificio.